jueves, junio 08, 2006

La locura de tus lenguas (1)

Aún llevo conmigo el rastro de la noche de ayer. Se me han quedado atravesadas en la cabeza, como el tic-tac de un reloj, las huellas de tu entrada en mí.

Son instantes, como el del espejo del coche en la hora de la vuelta, tus rebeldes miradas de soslayo o tu conversación fluida, en los que las dudas te llenan, instantes en los que, quizá en una confusión abrumadora, uno cree ver donde siempre fue ciego.

Desconozco si es el calor, la noctunidad o la cercanía de tu risa, lo que provoca que detecte cierta intención en cada una de tus acciones. Me pregunto si en otro momento, en otro lugar o en otra circunstancia, podríamos jugar a las distancias, todas ellas cercanas y de un límite aproximado de tres milímetros.
No lo sé. Y me desconcierta.