miércoles, octubre 10, 2012

Las horas me magullan cuerpo a cuerpo, entretenidas como están en convencerme
de que lo que pienso,

                                    nunca, digo nunca,
                                    saldrá con todas sus palabras.


Las horas son como espinas. Me acribillan con sus puntas, con su veneno,
                                                  hasta matizan lo que siento.

Y, sin embargo, las horas, esas horas que me abaten, son baldosas que se me ofrecen, abiertas en canal y con futuro.

Las fechas marcadas, como las cartas

Cada envite, cada gesto, cada aliento, cada ausencia, ...

poquer de ases sin mangas ni marcas, real como el deseo que me arrastra a ti, que me pierde sin límites ni fronteras.



Mil veces me he dicho hasta aquí. Y aquí no es más, pese a lo que todos pudieran pensar, que una conditio sine qua non.